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Rimbaud y Bretón, influencias del simbolismo sobre el surrealismo (página 2)




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Parménides inauguró con su teoría
la forma de pensar occidental, sus máximas fueron tomadas
como verdades en el que la palabra y la cosa eran indivisibles.
Éstas luego se vieron resquebrajadas por el mismo
sentimiento de otredad que se habría producido en el hombre,
cuando quedó separado de sí mismo, del mundo, de
Dios. Hoy en día, también de los otros hombres y de
la sociedad. En
parte sucedió por el tipo de pensamiento que produjo el
ejercicio de las máximas de Parménides. Rimbaud
menciona esto con una lucidez extraordinaria en "Lo
imposible".

En "El relámpago" vemos
a Rimbaud enfrentado con la sociedad en la que le tocó
vivir. No encuentra su puesto dentro del mundo de los burgueses.
La vida de los que le rodean le resulta tremendamente mediocre, y
su condición de poeta no es entendida por nadie. Cabe
destacar el comentario que hace Octavio paz: "Como la
poesía no es algo que pueda ingresar en el intercambio de
bienes
mercantiles, no es realmente un valor. Y si no
es un valor, no tiene existencia real dentro de nuestro
mundo". El capitalismo ha
desterrado al poeta del mundo, al menos para fines del siglo XIX
en el que la modernidad está en ese tipo de auge extremo
que significa su pronta caída estrepitosa.

En "Alquimia del verbo" A. Rimbaud cuenta experiencias
juveniles. En esta confesión nos ilustra cómo las
fantasías, la imaginación, los sueños y las
palabras llegan a ser para él, experiencias
transformadoras que lo acercan al absoluto. En esta vida consigue
más plenitud que aquellos que dedican la suya a la vieja
idea de la Belleza. Los surrealistas producirán un trabajo
paralelo, fundamentando sus experiencias primeramente en Freud,
allá por 1914, cuando Aragon y Bretón
todavía eran aquellos estudiantes de medicina
entusiasmados por la poesía.

Me ha parecido ver en Rimbaud y sus
experiencias la bajada de un místico, realmente, a los
infiernos. Es un francés del siglo XIX en el que habita el
espíritu de un primitivo Maestro. Sus pesadillas son
encantadoras, son verdadera experiencia de otro mundo. Él
ha descendido al mundo y sufre porque se ha quedado sin su
querido Dios. De igual forma, todo le sirve como experiencia para
tener un entendimiento más amplio. El descenso, que es a
la imaginación, al recuerdo, al delirio, es un peregrinaje
por el desierto. En él los contrarios están
suprimidos, por eso no encuentra diferencia entre el yo y el
mundo, entre imaginación y realidad. Por eso gusta de la
alucinación, sea con la imaginación o con el lenguaje.
Quizás la única contradicción que aún
subsiste dentro de él es la del "yo" y el "Otro", y es
esta última la que a veces supera sólo para
descender de nuevo, incrementando su tormento.

"Alquimia del verbo" culmina tras toda una verdadera
odisea de ilusiones. Se asombra recordando su pasado de
alucinaciones y de fantasías. Ahora puede saludar
nuevamente a la belleza. Ha vivido en el desierto de aquel que se
ha quedado sin su fuente y se ha visto al fin gratificado por la
Belleza Real, la que él ha encontrado después de su
viaje. Este desierto es lo que O. Paz afirma ser esa vida con
conciencia de
la muerte,
pero en la que la divinidad o el absoluto no se ha manifestado
todavía.

En la carta que
Rimbaud le escribe a Izambard el 13 de mayo de 1871, encontramos
muchas de sus ideas sobre la poesía y la vida: "…se
trata de tocar lo desconocido a través del desarreglo de
todos los sentidos". Podríamos
hacer diversas similitudes entre esta técnica y la que
aplicaba Dalí, la del fenómeno paranoico, pero se
sale de los lineamientos de este estudio.

"YO es otro."Esta frase que Rimbaud repite en diversas
cartas,
quizás es la esencia de toda la experiencia
poética, no sólo rimbaudiana o de los poetas
surrealistas. Es lo que O. Paz menciona como el fenómeno
de la otredad, que no es otro que el de la inspiración. El
poeta busca constantemente este ser él mismo que es otro,
y la inspiración desciende cada tanto, para mostrarle lo
que es la Realidad, la verdadera vida detrás de aquella
otra que las sociedades
modernas han construido basadas en ensoñaciones e
hipocresías. Cuando el poeta alcanza ese ser Otro,
consigue al fin la unidad que antes se percibía como
multiplicidad. Los contrarios se han unido porque el ser se ha
encontrado a sí mismo y se da cuenta de que no hay otra
cosa que plenitud en el Uno. Por esto, el fenómeno que O.
Paz llama "otredad", yo he preferido llamarlo el de la "unidad".
Lo normal es ser "uno", y la vida es la búsqueda de esa
unidad que se nos escapa por nuestros condicionamientos
propios.

"Porque el YO es otro. ¿Qué culpa tiene el
cobre si un
día se despierta convertido en corneta? Para mí es
algo evidente: asisto a la apertura, a la expansión de mi
propio pensamiento: lo miro, lo escucho: lanzo un golpe de arco:
la sinfonía se remueve en las profundidades, o entra de un
salto en escena."

Los años en que Rimbaud se dedicó a la
poesía, estaba sumido en un infierno circular. Estaba
condenado al periódico
ascenso del hombre que regresa al origen de las cosas, para luego
descender para experimentar las tragedias del mundo y aprender de
ellas.

"Tal vez fue Rimbaud el primer poeta que vio, en el
sentido de percibir y en el de la videncia, la realidad presente
como la forma infernal o circular del movimiento."

Rimbaud terminó condenando la poesía
porque implicaba la vida en el infierno. La inspiración es
sólo del poeta, no del místico. El poeta es ese "YO
y el otro", y esa ambivalencia lo llena de interminables
sufrimientos. Rimbaud debe condenar la poesía porque
aspira a la unidad definitiva, cosa que consigue a los diecinueve
años, cuando deja la pluma y se convierte literalmente en
un peregrino, viajando incansablemente por el mundo. "…la
supresión del principio de contradicción –a
través, por ejemplo, de un "regreso a la unidad"- implica
también la destrucción de la inspiración, es
decir, de esa dualidad del poeta que recibe y del poder que
dicta."

II

Bretón inicia su largo camino de
peregrino, en busca de una nueva forma de vida, en las filas de
Dadá. De este hombre me viene inmediatamente la imagen de
Calígula, tan bien retratado por Camus, y que fue
germinado originalmente en el poema "El
príncipe" de Rimbaud. Dadá buscó el
absoluto a través de la destrucción de los valores y
los principios del
mundo. Fue como el avatar de un movimiento que buscaba a
través de la carcajada, sublimación del sentimiento
del absurdo, elevarse sobre el vacío y contemplar con una
horrorosa fascinación la verdad de la
no-verdad.

El surrealismo se asienta años más tarde
de la separación de Bretón con Tzara. En ese
paréntesis Bretón estudió fervorosamente las
novedosas teorías
de Freud, y vio allí las posibilidades de un nuevo
método
que le permitiría vislumbrar la vida más
allá del absurdo. En 1924 escribe el Primer manifiesto
surrealista y Los campos magnéticos, junto a
Soupault.

"Surrealismo, nm. Automatismo psíquico puro por
el cual alguien se propone expresar, verbalmente, por escrito o
de cualquier otra manera, el funcionamiento real del
pensamiento." De este comentario del manifiesto se desprende la
idea de la escritura
mecánica, que se apoya, si no en
más, en tres referentes: Mallarmé, Rimbaud y
Freud.

O. Paz llama a Una tirada de dados, de
Stéphane Mallarmé "un poema cerrado al mundo pero
abierto al espacio sin nombre. Un ahora en perpetua
rotación, un mediodía nocturno –y un
aquí desierto. Poblarlo: tentación del poeta por
venir." Mallarmé concibió en esta escritura
más un silencio que un canto, en donde el lector
–por primera vez- podía encontrar el absoluto. Las
palabras, que pueblan un espacio que está en otra parte,
en donde la hoja ya no es de este mundo, vibran una con la otra y
esperan la mirada del lector para vibrar siempre de una manera
nueva. Este poema es una probabilidad
infinita, siempre su lectura
producirá nuevas sensaciones y significados. En esta
probabilidad infinita está contenida la Verdad, porque el
azar lo incluye todo.

Es un "poema cerrado al mundo pero abierto al espacio
sin nombre" porque la verdad está contenida allí
gracias al azar, pero resulta tremendamente hermética para
la mayoría de los dados que correrán sobre sus
palabras. La poesía, a partir de Mallarmé,
exigió un lector mucho más activo. Es el lector el
que produce la experiencia poética dentro de sí.
Podemos encontrar un paralelo entre esta concepción de la
poesía y la pintura
abstracta, en donde el observador refleja su mundo interior y
dibuja sus propios paisajes.

Rimbaud entendió la importancia de hacer
poesía objetiva, el "poema-cosa", como quiso llamarlo
Rainer Maria Rilke. Esta concepción influyó
tremendamente sobre Bretón y transformó
decididamente la visión que se tenía sobre la
poesía. El poeta es un instrumento del fluir
poético, de esa corriente subterránea más
real que la materia y la
racionalidad, y no un creador. La poesía pasa a ser un
instrumento para alcanzar la Realidad Objetiva y a su vez el
poeta es el puente que lleva la voz del absoluto a materializarse
en el poema. Rimbaud le dice a Georges Izambard
"…veré en ese principio suyo la poesía
objetiva, ¡y la veré más sinceramente de lo
que usted sería capaz!" en un
gigantesco condicional, ironizando la idea que su amigo
tenía, el de poesía subjetiva, que no
podía ser más contraria a la búsqueda
rimbaudiana.

Octavio Paz menciona la imagen como esa unidad propia
del poema que permite al lector una "instantánea
reconciliación entre el nombre y el objeto, entre la
representación y la realidad".
La imagen tiene el poder de trascender el lenguaje y acceder a
una realidad superior, recibida del absoluto por medio de la
inspiración que goza o sufre el poeta. "Cada vez que nos
servimos de las palabras, las mutilamos. Mas el poeta no se sirve
de las palabras. Es su servidor. Al
servirlas, las devuelve a su plena naturaleza,
les hace recobrar el ser."

Así intuyó Bretón la
nueva función de
la poesía. El poeta podía ser cualquiera que
conectara con ese fluir de la conciencia, verdadera realidad que
corre en el fondo del no ser que es el ser. De aquí la
reticencia de Bretón al artista de oficio y sus reiteradas
reprimendas a Eluard, pareciéndole que escribía
demasiado. El arte debía
ser destruido para que naciera una nueva forma de
expresión que pudiera conectar con esa tan mentada "otra
orilla" que tan bien sabe describir Octavio Paz. De esta forma
Bretón quería conciliar los contrarios, el hombre
debía vivir desde los dos mundos y ser otra vez uno. Sobre
este punto Octavio Paz cita a Bretón: "’la vida y la
muerte, lo
real y lo imaginario, lo pasado y lo futuro, lo comunicable y lo
incomunicable, lo alto y lo bajo cesan de ser percibidos
contradictoriamente.’"

Desde sus comienzos, como vemos en "El
corset misterio", puede percibirse a
Bretón como un "jugador": le gusta jugar con el lenguaje y
con el lector, al igual que Rimbaud juega en sus alucinaciones.
En este poema vemos que las imágenes
están diferenciadas nítidamente porque el estilo
gráfico de las palabras las diferencian unas de otras,
produciendo un efecto sumamente dinámico.

Tanto "Fábrica" como
"Luna de miel", ambos pertenecientes a
Los campos magnéticos, uno de los pocos libros de
textos, si no el único, realmente escrito con el
método de la escritura mecánica, sumen al lector en las
profundidades de la conciencia. Muchas imágenes resultan
antiburguesas y en contra del mundo moderno. "Luna de miel" trata
de una pareja típica de la burguesía, la descripción que Bretón hace, de la
forma de pensar de éstos, de sus metas y de su alcance de
miras resulta realmente triste. Retrata espléndidamente el
aburrimiento y ese maravilloso futuro "de paredón".
Aquí resalta la gran influencia de Baudelaire en todo el
movimiento surrealista, es el mismo sentimiento que impera en
toda Spleen de París, la pareja lleva cargada sobre
sus espaldas aquellas terribles quimeras que Baudelaire tan bien
supo ver y que son las estructuras
mentales que aprisionan al hombre, que lo obliga a vivir en una
miseria que absorbe de su medio cultural y arquetípico, y
que se autoimpone férreamente a lo largo de su
vida.

En el poema "Es también la
mazmorra…" Bretón se
manifiesta como amante del absoluto, aquel que le inspirara
Rimbaud y que encontraba cada vez con más frecuencia
-junto a Soupault, Aragon, Eluard, Miró, Picabia, entre
otros- en su casa o en el Chalet de la rue Chateau. En esas
veladas se hicieron análisis de sueños, prácticas
de psicoanálisis y de hipnosis con una
constancia frenética. Bretón cortó
abruptamente las sesiones cuando casi acontece una tragedia, en
donde estuvieron por morir ahorcadas dos jóvenes mientras
se practicaba una hipnosis colectiva.

En este período Bretón pudo experimentar
ampliamente dentro del surrealismo. Junto a sus amigos, tuvo
experiencias irrepetibles que siempre cargaría consigo. La
calle se convierte en un laboratorio.
Justamente,"Es también una mazmorra…" describe una
correría por las calles de París que se transforma
en una elevada experiencia surrealista, o convulsión
psíquica, como les gustaba decir.

En "A la mirada de las divinidades"
se puede apreciar un cadáver exquisito que luego es
desarrollado por nuevos versos. Bretón percibe el absoluto
cuando nos transmite la imagen de los blancos padres, pero dice
"mi corazón es
un cuclillo de Dios". Y luego las puertas de la percepción
surreal se cierra. Como los cuclillos, pájaros que usan
nidos ajenos para tener sus huevos, Bretón siente que debe
robarle a la vida aquello que más tiene de importante. A
Rimbaud le sucedía lo mismo, por eso afirmaba que "el
poeta es un ladrón del fuego" o que "se trata de tocar lo
desconocido a través del desarreglo de todos los sentidos". Se
trata de un sentimiento muy moderno, y es un sentimiento de
desarraigo con los mundos superiores del cosmos, con lo sagrado o
lo mágico o como quiera llamársele. El hombre
occidental ha perdido las vías legítimas para
comunicarse con este mundo y debe fabricárselo como puede.
Sintieron que sus métodos podían estar rompiendo
normas o
fundamentos incomprensibles para la mente, pero que eran muy
reales.

En 1924 el movimiento surrealista se da a conocer ya con
cierta magnitud. Un conflicto
serio se desata cuando el grupo de Bretón ridiculiza a
Anatole France y gran parte de la sociedad empieza a alarmarse.
Bretón arma sus propias trincheras, radicalizando las
posturas del grupo para 1925. Culmina todo en el deseo de adherir
la revolución surrealista al servicio de la
Revolución. Bretón se iluminó de fe por la
idea Revolución, sí, en mayúscula como
aquellas ideas con las que el modernismo
solía deleitarse (Belleza, Progreso, Libertad,
Ciencia,
Religión,
Razón), y se convenció de que aquel absoluto que lo
inflamaba a él y sus amigos era el mismo absoluto de los
ideales de la PCF y del régimen leninista. Con ello
decidió la expulsión de los miembros del ala
más "orientalista" o de inclinaciones demasiado
espirituales, y les dio un aviso para que corrigieran sus
heterodoxias a importantes integrantes como Aragon y
Eluard.

"Piensen lo que piensen algunos revolucionarios, el
deseo en esencia es revolucionario(…)el deseo no "quiere"
la revolución, es revolucionario por sí
mismo…" Estas palabras, dichas
por Deleuze, reflejan lo que Bretón entendía por
revolución. Le pareció que se necesitaba de una
revolución social para cambiar definitivamente el mundo, y
que el surrealismo lo acompañaría con su
porción revolucionaria, tanto el interior como el exterior
debía recibir este absoluto para que la humanidad al fin
pudiera liberarse.

Este año también es la publicación
de Pez soluble. Son textos de mayor poder descriptivo, hay
una diégesis mucho más marcada que en sus trabajos
precedentes. En "Menos tiempo…"
Bretón juega con el claroscuro que es el mundo del
burgués y el mundo del surrealista. En "La plaza del
Porte-Manteau" y "Los personajes de la
comedia" nos encontramos con mundos que
sugieren al lector el sueño y el viaje interior.
Están más poblados y son más plásticos,
de igual modo, que los trabajos de Claro de tierra,
ejercicios o composiciones en las que el lector encuentra sus
propias experiencias y que siempre se transforman con la
relectura. En Pez soluble las imágenes están
lo suficientemente coordinadas como para construir un universo o contar
una historia.

En 1926 Bretón se consigue a Nadja
en la calle. Lo imprevisto maravilloso, el azar objetivo son
sus nuevas revelaciones. Pero la mayor de todas es la del
amor:
consideró que era la experiencia más trascendente y
que más sabía abrir la conciencia al absoluto. Para
Bretón hay hombres que deben ser encontrados y que son
llaves para la comprensión de la vida, como también
hay mujeres que a través del amor le podían
entregar nuevas revelaciones. La realidad está
preñada de mensajes destinados a aquellos que pueden
leerlos, a través de estos códigos el hombre
podía ir al encuentro de las personas o de las situaciones
que le abrirían el camino a los nuevos "lugares". De esta
corriente podemos mencionar el poema de 1931 "Mi mujer de
cabellera de llamas de leña",
hermoso poema de amor. La experiencia amorosa se nos muestra como una
"revelación profana". Por otro lado, aunque la mujer es
mediadora entre el mundo aparente y el "misterio", su rol es
netamente pasivo para los surrealistas, y debe ser por esto que
no hubo integrantes femeninos dentro del grupo.

El resto de la creación bretoniana se funda en
estas revelaciones, y seguirá este camino de tal forma que
decide "excomulgar" a Rimbaud, Baudelaire, Lautreamont, Sade,
entre otros, como íconos del movimiento. Llevó a
cabo esta empresa,
también, para congraciarse con la PCF y con el nuevo
régimen de Stalin, sin llegar a tener mucho éxito:
fue expulsado de las filas del comunismo ruso en
1932. Por fin, recién en los años 40,
quedará desencantado de la idea de revolución y se
dedicará a su concepción del "arte mágico",
del cual surge Arcano 17, un libro excepcional lleno de
poderosas imágenes y de experiencias profundas.

Conclusiones

Recuperar el espíritu del
hombre primitivo en occidente, recuperar esa cosmovisión
mítica y original, fue la misión de
gran parte de los movimientos poéticos desde el origen del
"Sturm und drang", cruzando el romanticismo y el
simbolismo. Este espíritu traspasó al grupo
surrealista que, tomando conciencia del papel que debía
jugar, trató de llevar la ruptura con las formas
establecidas a través de la idea de
revolución.

Quizás lo que no vio Bretón fue que esas
ventanas que pudo abrir a esa "otra orilla", a ese absoluto,
aunque siempre es el mismo para todos y puede reconocerse a
través de toda la historia de la humanidad, también
la forma en que se manifiesta está en constante
transformación, como el río de Heráclito.
Aquella realidad revelada como convulsiones psíquicas,
estaba destinada a ellos, para que ellos pudieran transformarse.
Pero Bretón la quiso hacer de todos, quería
desperdigarla desde la plataforma del comunismo, no entendiendo
quizás que esa fuerza que se
manifestaba en el inconsciente, ese absoluto, decide a
quién manifestarse, como un verdader espíritu
universal.

Las contradicciones que hubo entre el surrealismo y el
comunismo produjeron, en dos momentos, expulsiones de muchos
artistas y pensadores leales al movimiento bretoniano. Algunos
encontraron el exilio más acogedor, otros tuvieron menos
suerte. Aragon nunca pudo superar plenamente la ruptura con su
gran amigo Bretón. Su profunda tristeza y
desolación lo llevó, de igual modo, a escribir uno
de los mejores libros de poesía de los últimos
tiempos: Habitaciones (1969).

Parece ser que el círculo se ha
cerrado: Bretón terminó escribiendo libros llenos
de hermenéutica y de alquimia, como hizo
Goethe. Ambos poetas simbolizan el principio y posiblemente el
fin de un movimiento poético que se mantuvo en Europa por
siglos: el del poeta que bajo la inspiración se eleva al
absoluto y canta lo Real; ambos concluyen escribiendo con gustos
similares. Es la línea recta que en realidad es curva, y
que al fin se hace círculo cuando se encuentran sus
extremos. Otra vez las contradicciones han desaparecido para
enseñarnos que lo que hay detrás del velo es la
unidad.

Lo cierto es que, como afirma
Bretón, no existen coincidencias, en el sentido de que el
azar es objetivo. Estas manifestaciones del absoluto, que existen
a centenares grabadas en tinta, allí esperando resonar
dentro de nuestros huesos –los
poemas– son manifestaciones de un profundo crecimiento que se ha
ido gestando en Occidente ya desde hace un tiempo, y que deben
significar un lento despertar del hombre.

"…cada poeta crea a su alrededor pequeños
círculos de iniciados, de modo que sin exageración
puede hablarse de una sociedad secreta de la poesía. La
influencia de estos grupos ha sido
inmensa y ha logrado transformar la sensibilidad de nuestra
época. Desde este punto de vista no es falso afirmar que
la poesía moderna ha encarnado en la historia, no a plena
luz, sino como
un misterio nocturno y un rito clandestino. Una atmósfera de
conspiración y de ceremonia subterránea rodea el
culto de la poesía."

En cuanto a Rimbaud, ha sido tan querido por tantos
poetas porque fue el más arrojado de todos ellos. Fue
él un espíritu enorme que no le tuvo miedo a nada.
Algunos poemas suyos, como "Genio",
sólo pueden parangonarse con la de místicos de la
envergadura de San Juan de la Cruz o del propio Rumi. Sus poemas
han sido leídos apasionadamente de generación en
generación, incluidos los surrealistas. A éstos se
les puede reprochar el uso político que hicieron del
nombre y de la imagen de Rimbaud, como puede apreciarse en
"¡Permitid!". Esta carta, escrita
por todo el grupo bretoniano, fue leída en la
restitución de la estatua de Rimbaud en la estación
de ferrocarril de su ciudad natal, en Charleville. La carta es un
ataque directo y sarcástico a la burguesía.
Tenía como fin el escándalo, para lograr la
atención y el favor de la PCF.

Bibliografía

-ARAGON, Louis; Habitaciones, Madrid,
Poesía Hiperión, 1996

-BRETÓN, André; Poemas I, Madrid,
Colección Visor de Poesía, 1993

-BAUDELAIRE, Charles; Spleen de París,
Madrid, Colección Visor de poesía, 1998

-GIMENEZ-FRONTIN; El surrealismo, Barcelona,
Montesinos Editor, 1991

-MALLARMÉ, Stéphane, Poesías
seguidas de Una tirada de dados, Madrid,
poesía

Hiperión, 2003

-PAZ, Octavio; El arco y la lira, México,
Fondo de Cultura
Económica, 2003

-RIMBAUD, Arthur; Iluminaciones, Madrid,
Editorial poesía Hiperión, 1995

-RIMBAUD, Arthur; Una temporada en el infierno,
Buenos Aires,
Editorial Argonauta, 2003

David Dickinson

Estudiante de letras de la USAL

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